

Mala en sánscrito significa guirnalda y se originó en la India.
Para los tibetanos, el hueso de yak representa pureza, fuerza y coraje. Así pues se utilizan los malas de hueso para domar energías negativas y dolorosas. El color blanco se asocia a la divinidad Chenrezig, el Buda de la compasión cuya mirada benévola nos protege.
Los malas o rosarios se utilizan para contar las palabras devocionales o recitaciones en la meditación de mantras. Esta consiste en repetir palabras para generar vibraciones. Se coloca en una mano y se toma una cuenta. Cada vez que se recita se hace rotar el mala y se pasa a la siguiente cuenta. Es una manera eficaz de mantenerse en el presente y apaciguar la mente consiguiendo sostener la concentración y entrar en meditación desde el japa mantra. También son un accesorio personal que define nuestra personalidad y nuestro carácter. Además, en todas las tradiciones, los malas tienen una mágica energía protectora. El rosario completo suele tener 108 cuentas.
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